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Muere Mac, el icónico dibujante de carteles de cine de Hollywood

«Trabajaba con guasch y no al aceite porque se secaba en 10 minutos y eso me permitía entregar a tiempo, ya que los encargos solían ser siempre de un día para otro», recordó Macario Gómez durante una exposición-homenaje organizada por Filmoteca de Cataluña en 2014. «Yo tenía que ver las películas para hacerlo bien». Si la producción era de alguna de las grandes productoras, las visionaba «sentado en una butaca con un botón que yo apretaba cuando veía un fotograma que me interesaba y, no sé cómo, así quedaba marcado». Si no había ni ese tiempo o la producción era más modesta, le pasaban una sinopsis del guion y fotos en blanco y negro y Mac ya se hacía la composición y la coloreaba.



El dibujante y autor de reconocidos carteles como Psicosis, La muerte tenía un precio y Casa Blanca falleció a los 92 años el sábado 21 de julio. Nacido en Reus (Tarragona) en 1926, Macario Gómez Quibus era hijo de una humilde familia de Huesca. Cuando tenía solo 2 años, su padre murió y lo internaron en la Casa de la Caridad, donde empezó a dibujar. En 1935 ingresó en la Escuela de Bellas Artes en Reus, pero la Guerra Civil aplazó su carrera como dibujante. En 1946, viviendo ya en Barcelona con su madre, Macario Gómez quedó impactado por la obra de Mariano Fortuny, retomó los estudios y empezó a trabajar para el estudio gráfico Domínguez, que decoraba las fachadas de los cines de aquella familia.


Su llegada al cartelismo fue a principios de los años 50, cuando fue contratado por el estudio de diseño publicitario Esquema, de Martí Clavé y Picó, y allí dibujó la imagen de Ivanhoe y Quo Vadis, logrando la felicitación de la Metro Goldwyn Mayer. Se estrenó a lo grande con Los diez mandamientos en 1956 firmándose como Mac y, desde entonces se convirtió en un fijo protagonista en las fachadas de los cines y en uno de los artistas más solicitados a la hora de realizar los carteles de algunos de los estrenos más sonados de los años sesenta y los setenta.

Mac consiguió desarrollar un estilo que transgredía las rígidas normas de composición e interpretación que exigían las distribuidoras en obras de gran fuerza expresiva. Moulin Rouge, Vidas rebeldes, Cielo amarillo o Un tranvía llamado deseo, entre muchas otras, fueron algunas de las películas que pasaron por sus manos y se sometieron a su inconfundible trazo. Con su estilo peculiar, Mac ganó la admiración de famosas productoras como Paramount, Fox o Metro Goldwyn Mayer, que intentaron –aunque sin éxito– llevárselo a trabajar a Estados Unidos.




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