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KAWS

Dinero, todo gira en torno a billetes verdes y la cara de fundadores norteamericanos –Benjamin Franklin, Andrew Jackson, Hamilton o Lincoln–: dólares. La moneda estadounidense es el capital más común, no se necesita viajar a ese país para utilizarlo, ni mucho menos tocarlo para saber que es deseado. El arte es algo parecido: se persigue, anhela, busca y aprecia, es mágico; por eso cuando se juntan estos dos elementos, el ser humano pierde el control, se vuelve débil ante el placer, pues las sensaciones que producen desbordan pasión.

El arte puede ser visto como un escenario poco lucrativo, aburrido e incluso incomprendido, se tiene esa idea porque la opinión pública está sesgada en entretenimiento, sexo, deporte y comida, aquello que vende rápido y fácil. Sin embargo, una obra artística convive donde la pongas, genera venta a través de gustos y preferencias; tendencias y estatus. Es por eso que el arte puede llegar a ser la imagen digna de nuestro contexto o un puñado de representaciones que sirven para derrochar dinero y buen gusto. Tan contradictorio como mágico, el arte está en todas partes.

Justo en ese debate se han encontrado muchos artistas, por ejemplo Andy Warhol, él supo aprovechar el marketing como una herramienta artística y, aunque tenga a sus críticos y retractores, nadie puede negar que fue un hombre fundamental para consolidar el pop art. ¿Se dedicó a lucrar o representar contextos? Sólo él pudo saberlo, lo demás es interpretación; sin embargo, a los críticos les abruma sólo una cuestión: puede vender o no, pero si no hay innovación es una simple basura intrascendente.

El artista KAWS es uno de los grandes exponentes del art toy, es decir, esculturas o juguetes que se relacionan con dos elementos clave: la nostalgia y la colección. Miles de personas siguen de cerca a artistas como él, moldean sus billeteras para desembolsar muchos dólares a cambio de un objeto exclusivo y poco reproducido, algo único en sus vitrinas. Pero esto trae diversas críticas, muchos se quejan de que este trabajo puede ser vacío e igual a todo lo antes visto, por eso la maravilla del art toy ha decaído de sobremanera.



El artista Brian Donnelly –KAWS– declaró en una entrevista para T Magazine del The New York Times que su interés al mundo de los juguetes llegó cuando no pudo controlar su admiración hacia Tom Wesselmann y Claes Oldenburg –sus influencias–: “Siempre vi el hacer esculturas como algo inalcanzable. Así que cuando la idea de hacer un juguete llegó, era la única manera de que pudiera ver mi trabajo en tres dimensiones”. Tal decisión pudo ser buena o mala, pero eso sí, le ha dejado muchos billetes verdes.

A partir de aquella decisión surgió una cuestión fundamental: ¿KAWS pensó más en dinero y estatus, o en hacer creaciones artísticas con profundidad y sentido? Los críticos en su momento opinaron que su trabajo se había estancado, era igual y no proponía nada fuera de los ordinario. Y quizás tengan razón, sus juguetes se centraban en reproducciones de Mickey Mouse, Pinocho, Astro Boy, Bob Esponja y Pitufos; figuras infinitamente conocidas a las que sólo les agregaba su sello característico: ojos simulados por un par de taches acompañados de un rostro alargado.

Ese rasgo lo distinguió desde 1999 cuando creó su pieza “Companions”, –unos seres con cuerpo de Mickey Mouse, cabeza de calavera y ojos de cruz–, cinco años después diseñó una edición especial de 13 pulgadas y para el 2006, el artista se unió a la compañía japonesa Medicom Toy, en la cual creó Original Fake, la marca que comercializaría todos los juguetes de KAWS, sus ilustraciones, accesorios, prints, stickers y ropa que él mismo diseño; pero antes de llegar a ese punto se dio a conocer en otro ámbito: el street art.

Su huella y técnica adolescente se imprimía por las calles de Nueva York y su natal Jersey City, pero su sello característico saltó a la fama cuando una mañana aparecía la imagen de una increíble supermodelo –Kate Moss– en un anuncio de Calvin Klein; una especie de craneo alargado rodeaba su cintura –KAWS se hacia presente– y se convertiría en la intervención street art más laureada del momento.

A partir de eso, todo fue fama y gloria. En México sus piezas más austeras como el llavero “Chum” basado en el hombre Michelin llegó a tener un costo de 800 pesos; sin embargo, algunas de las más conocidas como el “Dissected” –que muestra la mitad de su cuerpo con órganos y músculos– o los mencionados anteriormente, inspirados en personajes famosos llegaban a costar más de 4 mil pesos.

Las marcas no perdieron la oportunidad de colaborar con Donnelly –la cerveza dos equis fue una de ellas– y de hecho artistas como Pharrel Williams y Kanye West pidieron diseños totalmente especializados; KAWS adornó la casa de Pharrel con ilustraciones de Family Guy y para West elaboró la portada de su álbum “808s & Heartbreak“.


El trabajo de Brian Donnelly tuvo un auge importante, por eso se dice que pudo ser el último hit del art toy, podría decirse que el artista KAWS contribuyó a que la vorágine de esta tendencia fuera en detrimento. Los críticos achacan este fenómeno artístico como un rubro estancado, donde el trabajo se limita a reproducir y vender. Quizás sea ese el motivo más fuerte por el que Original Fake cerró sus puertas junto a otras marcas como TOy2R o KidRobot, dos de las más importantes que dejaron de existir sin aclarar motivos específicos –tal vez los juguetes de colección ya no eran tan exclusivos–.

Ante esto, KAWS se ha dedicado a forjar su carrera como artista, sus piezas se han presentado en reconocidas galerías y museos como la Galerie Perrotin de Francia o el High Museum of Art en Atlanta, además de presentarse en plazas públicas en Nueva York.

El trabajo de un artista es recordado por siempre. KAWS tal vez no innovó la manera de hacer art toy, pero sus creaciones llegaron a impactar de forma apabullante y como dijera Julie Bills –directora de la Galería Gerin & Lopez de Nueva York en 2008–: “Él colapsa la distinción entre el arte alto y bajo, haciéndolo accesible en las calles y en las tiendas de ropa, así como en las galerías y museos”. ¿Es elitista o no? ¿persiguió más el dinero anteponiendo su arte o simplemente supo jugar con los bolsillos de las personas en su visión artística? Ha ganado miles de dólares, pero así es el arte: un vicio, placer e interpretación, igual que todos aquellos billetes verdes que te pueden hacer feliz.


FIN

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